Este domingo, como muchos otros, Josele se calzará sus deportivas y saldrá a las calles de Barcelona a completar los 42 kilómetros del maratón. Nada distinto a la rutina de miles de corredores populares, si no fuese porque lo hará empujando el carro adaptado donde viaja su hija María, afectada por síndrome de Rett. En su primer maratón, en Valencia, los jueces le impidieron cruzar la meta empujando el carro a sólo 20 o 30 metros, después de haber ido empujándola 42 kilómetros, porque la reglamentación impide correr con carritos de niño.
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