Como saben todas ustedes, ninguna mujer aborta por deporte. Lo hace porque –a pesar de la angustiosa experiencia que supone– el aborto de un embrión les parece menos malo que dejar que ese embrión se convierta en un niño que no pueden o no desean parir. En esto, como en todo, la clave sigue siendo educacional: proporcionar la formación para que toda mujer gestione libre y responsablemente su sexualidad y su reproducción. Que no son la misma cosa, dicho sea de paso.
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