Manuel Chaves Nogales murió tres veces. A su pasamiento físico, cuando sólo contaba con 46 años, habría que sumarle un doble olvido, que fue el método elegido por los que lo ajusticiaron en las páginas de la historia. Sus feroces críticas a los totalitarismos, de uno y otro signo, le valieron el repudio de fascistas y comunistas, por lo que cuando se lo llevó una peritonitis en el exilio londinense nadie lo reclamó para sí. Fue una muerte callada.
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