Es común que los niños con autismo no comiencen a hablar hasta tener algunos años. En una ocasión un grupo de chicos autistas visitó a Gina, una chimpancé que vive en el Zoo de Sevilla. Los chicos comenzaron a recoger pero Gina y uno de los niños se quedaron inmóviles, pegados contra el cristal sin dejar de mirarse el uno al otro. El padre le apresuraba:"¡Vamos, es hora de irnos!". Fue entonces cuando se produjo un hecho asombroso. El niño, que nunca había dicho palabra, giró la cabeza y le dijo al padre: "quiero quedarme un rato más, papá...".
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