Todo éste cirio – nunca mejor dicho – me ha terminado de recordar que cuando se combate a la Iglesia católica hay que tener en cuenta algo muy importante: siglos de anticlericalismo han permitido a la Iglesia el refinar su respuesta hasta convertir el anticlericalismo en inoperante y hasta contraproducente. La Iglesia católica vive de ser una víctima, de crear mártires, de sufrir tormento. Cualquier insulto, cualquier crítica, cualquier desprecio, reafirma y refuerza su posición de que están siendo perseguidos, despreciados e insultados.
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