Tomando el símil de un supermercado, no hay espacio suficiente para que el cine español dé en sus estantes la rotación para la rentabilidad esperada del dueño del estante, es como si se ganara mucho más dinero vendiendo coca-cola que sangría embotellada. Esto aventura que el único futuro del cine español pasa por encontrar la financiación para grandes producciones que permitan hacer gaseosas que compitan en el espacio de al lado de la coca-cola y aprovechar las ventajas de los sistemas de distribución digitales emergentes directos al hogar.
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