Todos hemos sentido un cierto desasosiego cuando hemos leído acerca de las ciudades futuristas distópicas, de múltiples niveles, en las que los niveles inferiores suelen ser oscuros, mugrientos y húmedos, hipercontaminados y llenos de tubos de los que emanan vapores deletéreos. Por supuesto, ni rastro de parques o zonas verdes, ni de pájaros, ni de nada que tenga que ver con algo distinto al acero corroído o al cemento desconchado. Son ciudades como las que aparecen en Blade Runner o la Harko City de Giedi Prime, sede de la casa Harkonnen.
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