Hay algo que los promotores de la propuesta del contrato único, que vienen casi exclusivamente de la academia, no se han molestado en explicar. Trasplantar un sistema de despido sin causas objetivas en un entorno con un elevado paro estructural, como el español elimina todo incentivo para el empresario para negociar salarios al alza o integrar a los trabajadores díscolos: puede configurar las plantillas a su medida y, en la práctica, acabar con la sindicación con muy pocas complicaciones.
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