Si a alguien, alguna vez, se le ha pasado por la cabeza la idea de tener un craneo ya sea para fines científicos, como el estudio de neuroanatomía, o para fines más lúdicos, como emular la mítica escena de Hamlet (”Ser o no ser…”) que sepa que es algo que entra dentro de lo relativamente normal. Lo que ya no resulta tan común es encontrar a un artista que ha utilizado un cráneo para convertirlo en una obra de arte a base de platino y diamantes incrustados (1.106´18 quilates) que cuesta la increíble cantidad de 99 millones de dólares.
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