Las colinas de frente plana y la tundra sin fin de la península de Kola en Rusia se parecen a los paisajes que describe Ray Bradbury en Crónicas marcianas. Es el mismo país, la misma lengua y las mismas personas. Solo que por encima de ellos el cielo es escarlata, la noche dura seis meses, las casas se posan sobre trineos y el viento sopla con tanta fuerza que eleva los perros hacia el aire.
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