Estirarnos la piel, injertarnos cabello o ponernos un par de tetas, no ha podido, no puede ni podrá nunca, evitar el envejecimiento de nuestro aparato digestivo, la capacidad pulmonar o la traicionera memoria. Nos vamos yendo, por muy bellos que nos veamos frente al espejo. Un futuro cadáver exquisito
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