Los Diablos de Sarracín de Aliste resurgieron ayer de sus cenizas y volvieron a cautivar a propios y extraños con una mascarada tan histórica como comunitaria que ha pervivido en el durante siglos en el fuera el bosque encantado del oeste zamorano: la Sierra de la Culebra, cuna de historias y leyendas a la vez que paraíso de fauna, flora y tradiciones populares.
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