El precio de ese pretendido "arreglo" político ha sido tolerar en Chechenia un régimen autoritario que, de palabra, jura lealtad a Moscú y, en los hechos, ejerce una autonomía que jamás soñaron los líderes independentistas. Mientras se sigan buscando culpables para castigar, como exigió hace poco el presidente Dimitri Medvediev, en lugar de eliminar las causas que hacen posible que haya gente dispuesta a inmolar su vida por venganza, Rusia seguirá indefensa ante los ataques suicidas.
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