El problema del desnudo en el estado actual de la naturaleza humana (herida por el pecado) es que puede convertirse en ocasión de lo que se denomina 'mirada concupiscente': la mirada que se posa en el cuerpo como objeto de deseo, integrándolo en la concupiscencia desordenada del corazón. El doble mal que se sigue es, por un lado, el pecado de la persona que mira rebajando el cuerpo a objeto de placer; y la pérdida de la dignidad en la persona que se expone a ser mirada como objeto.
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