Se trataba de una práctica supuestamente habitual entre algunos agentes de la sección fiscal del Aeropuerto. Los hechos se destaparon el 18 de noviembre de 2005, cuando el agente J.T.M. encontró varios alimentos en el equipaje de una pareja de ciudadanos noruegos, a la que «mintió diciendo que estaba prohibida la importación de productos perecederos». Tras preguntarles «¿qué pueden hacer para facilitarme mi trabajo?», el guardia civil recibió 50 euros de manos del hombre, permitiéndoles posteriormente continuar su camino.
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