Ah, políticos… Los elegimos cada cuatro años para que ejerzan en nuestro nombre la soberanía del pueblo. Su trabajo, supuestamente, consiste en hacer leyes para facilitarnos la vida. Pero no siempre es así. A menudo hacen justo lo contrario y, a veces, nos toman directamente por el pito del sereno. Si no tienen nada mejor que hacer, van al Parlamento a entretenerse debatiendo – y aprobando – leyes completamente absurdas.
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