En el siglo pasado, existió un cantidad bastante importante de compañías de Software empeñadas en aprovecharse del trabajo de los demás, la mayoría de veces, copiando los juegos de “P a Pa” y cambiándoles el nombre o en el mejor de los casos, hackeando el código original y cambiando los gráficos para que pareciera otro juego. Una de las mayores obras maestras del hackeo y la caradurez es Drawon Bowl, que usando la placa de Ninja Gaiden/Shadow Warriors, hicieron una de las primeras recreativas de Dragon Ball (por supuesto, sin licencia).
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