De un tiempo a esta parte, son muchos los estudios que nos cuentan cuánto dinero le cuesta al Estado cierto tipo de enfermedades provocadas por malos hábitos individuales. La cuestión de los estilos de vida y la autorresponsabilidad ante la salud sufre una nueva vuelta de tuerca. Ahora no sólo se trata del daño que alguien con hábitos poco saludables puede hacerse a sí mismo, sino del coste que su enfermedad ocasiona a la sociedad en su conjunto, tanto gastos sanitarios propiamente dichos, como pérdida de productividad.
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