El mar de plástico

Iban a ir al mar de plástico y pensaban ir juntos. Inspectora de sanidad e inspector de trabajo.

Sabían que en aquella zona de España se hacinaban miles de inmigrantes, trabajando jornadas infinitas en los invernaderos y malviviendo en poblados chabolistas, o campamentos improvisados podridos de basura. Y casi todos ellos sin contrato ni garantía alguna.

Se presentaron en el pueblo a las nueve de la mañana y la inspección duró hasta las siete de la tarde.

Finalmente, sin miedo a las represalias, impusieron nueve sanciones.

Dos a talleres mecánicos por registro horario incorrecto. Otras dos a un restaurante por falta de afiliación de la cocinera y el pinche. Tres al geriátrico por tener a dos auxiliares a falsa media jornada. Y dos más a un hostal por ofrecer como dobles varias habitaciones demasiado pequeñas.

Luego volvieron a casa satisfechos. 

Nueve sanciones en un día: se había hecho justicia.