En el número 52 de la avenida de Carabanchel Alto se alza un hermoso palacete de ladrillo de principios del siglo pasado. Pero, a pesar de su aparente suntuosidad, a corta distancia se puede apreciar que la construcción conoció tiempos mejores. Las paredes comidas por la humedad, los cables al descubierto y las puertas desvencijadas. Ahora sus únicos ocupantes son una veintena de inmigrantes, en su mayor parte senegaleses, que llegaron a la capital tras emprender un azaroso camino desde su patria -con cayuco incluido-.
Comentarios
Y la juventud sin pisos que habitar... dan ganas de ocuparlo y darle un uso.
¿Provocación? Que alguien me lo explique, porque no lo entiendo.
Será que a alguien le molestan las verdades...
#2 Eso creo yo. Si es un hecho, ¿por qué ocultarlo? Las cosas como son. A mí también me gustaría que todo fuese perfecto, pero no lo es. Lo mires por donde lo mires.