Cuando arrecian los escándalos de corrupción como en España, o de comportamientos éticamente reprobables de los gobernantes como en Italia, o de los ex gobernantes como en Francia, o del conjunto de los legisladores como en Gran Bretaña, suele suscitarse un ánimo muy crítico hacia la democracia, que aparece deslegitimada por tales episodios. El escepticismo y la desafección de la ciudadanía hacia las instituciones de una sociedad libre son el caldo de movimientos populistas que pretenden sustituir la democracia por el autoritarismo.
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