Tímida y salvaje, Emily Dickinson (1830-1886) es para la inmensa minoría de los lectores de poesía una de las grandes, quizá la mejor en lengua inglesa. Y todo un enigma: vivió recluida en el hogar paterno, escribió 800 poemas de los que apenas 5 vieron la luz antes de su muerte y su vida sentimental sigue entre brumas y rumores de amores lésbicos y pasiones imposibles, hoy menos secretos gracias a las Cartas que publica Lumen en edición de Nicole d'Amonville, y que Luis Antonio de Villena presenta a continuación.
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