“Me pedían trabajar unas horas y les hacíamos un favor”, asegura a EL PAÍS el empresario, contra el que pesan varios presuntos delitos por infringir la legislación en materia laboral y de seguridad social. “Sé que hice mal y tendré que pagar por ello”, reconoce. Pero rechaza algunas de las acusaciones de los empleados, todos ellos extranjeros y sin la documentación en regla. El empresario regresó a la planta poco después de las cinco de la tarde de este miércoles, tras hacerse pública la denuncia de sus empleados.
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