Lo obvio, una de nuestras particulares cargas de Sísifo, es volver a recordar que en un planeta finito nada, ninguna cosa, puede crecer hasta el infinito. Y menos a un ritmo exponencial, como crece nuestro sistema económico, que suponiéndole unas moderadas tasas de expansión del 2,5% anual dobla su tamaño cada 28 años.
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