Pere Font, director del Instituto de Estudios de la Sexualidad y la Pareja de Barcelona considera que la Iglesia, sin pretenderlo, se ha convertido en un refugio para abusadores de menores. "Los instintos pederastas aparecen en la adolescencia y los primeros años de la juventud. Es decir, que cuando uno entra en el seminario ya presenta ciertos estímulos. Dicho esto, quiero aclarar que el celibato complica más esta situación porque no ofrece una salida diferente a las necesidades sexuales de un pederasta. Pero la Iglesia no fabrica pederastas.
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