El sistema de propiedad intelectual (en general) y de patentes de software (en particular) hace aguas y nos regala, aparte de momentos de mayúscula incomprensión, fotografías absolutamente obscenas. Es el caso de Vringo, una empresa estadounidense que se dedica a vender «politonos» animados, un negocio que como ustedes pueden imaginar está en horas peor que bajas. Sus gestores tuvieron una idea genial: en 2011 compraron dos patentes de la difunta Lycos
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