Por mero silogismo, habríamos de proponer al ministro de justicia, que sugiera a los diputados de su partido, en orden a paliar los efectos de la violencia doméstica, que antes de contraer matrimonio ambos cónyuges condenen previamente tamaña bestialidad. En consecuencia, los médicos podrían estar obligados a hacer el juramento de Hipócrates con carácter sine qua non a la hora de optar a un trabajo, y bajo idéntico prisma, los ganaderos estarían obligados a rechazar previamente la manipulación genética de sus animales.
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