Y mientras sube la luz, el agua, las monedas escasean, los empleos son para siervos y vivir se convierte poco a poco, golpe a golpe, en un privilegio con los días contados, los que están tan domesticados que no sienten la soga anudada alrededor de sus cuellos nos desafían con su inmovilismo, con sus argumentos babeantes, con su empeño por estarse quietos.
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