“Observo a los que mandan de verdad y, francamente, me parecen un desfile de deformidad estética”, dice Jesús, un empresario de éxito de aspecto más que cuidado. “Parece que hayan hecho un casting a la inversa para elegir a los Papas, a los banqueros y a los ministros. A veces ya no sé si es porque el poder corrompe, incluso estéticamente, o porque en alguna parte de nuestra psique necesitamos un padre a la antigua, barrigón, decrépito y solemne que nos diga en última instancia lo que debemos hacer”.
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