Alfredo Sánchez, de Sedaví (Valencia) es uno de ellos. Murió el 24 de noviembre de 2012 sin haber obtenido la ayuda que había solicitado en mayo de 2009 para acudir a un centro de día. Tenía alzhéimer, una mujer de 82 años con una salud delicada y dos hijas que le cuidaban cuando su familia y el trabajo se lo permitían. Una de ellas es Amparo, de 43 años. “Mi padre comenzó a tener demencia y problemas de psicomotricidad”, relata. Por ello, su familia decidió que acudiera a un centro de día y recurrió a la Ley de Dependencia.
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