El asunto está en hacer pasar el agua por delante del altavoz a través de un tubito, generar entonces una onda de sonido de 24 hertzios que pueda impulsar un poco las gotas y a la vez configurar la cámara de vídeo para que grabe a 24 fotogramas por segundo. ¿El resultado? El agua parece «mágicamente» detenerse en el aire, al estar perfectamente sincronizada con el agua.  
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