En una aldea del estado de Madhya Pradesh, en el centro de India, una mujer recibe una pequeña pero constante suma de dinero cada mes: no se trata de un salario, ya que no tiene un trabajo formal, sino de una transferencia monetaria incondicional del gobierno. Bhalavi cuenta que el dinero le sirve para comprar medicamentos, verduras y pagar la matrícula escolar de su hijo. La suma, 1.500 rupias (US$16), puede parecer pequeña, pero su efecto —ingresos predecibles, una sensación de control y un atisbo de independencia— .
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