Antiguamente, las casas de expósitos eran lo que hoy en día se conoce como orfanatos: ahí las madres o padres que no querían o no podían hacerse cargo de sus hijos, los dejaban anónimamente y sin tener que responder a ninguna pregunta. En muchos casos, esos niños recibían apellidos según el santo del día, aunque en otros casos acababan con el apellido que delataba su condición de huérfano: Expósito. Nota: El color de la página es atroz, es recomendable seleccionar el texto para poder leerlo bien.
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