Los constructores chinos de la ciudad de Nanning, la capital de la región autónoma de Guangxi, saben muy bien cómo saltarse a la torera las leyes de protección ambiental que rigen en su zona. Por eso una orden de conservación de un árbol de más 100 años de edad no iba a detener la construcción de un gran edificio de apartamentos: simplemente tuvieron que construir las paredes a su alrededor dejando huecos para que el árbol siguiera creciendo.
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