Una mañana de finales de mayo, Raúl Mestre amaneció con un terrible dolor de espalda. Había pasado la noche en vela, retorciéndose entre punzadas lumbares, y a primera hora, desesperado, llamó a un fisioterapeuta: Tienes un principio de hernia discal. O te cuidas, o irá a más, le dijo. Mestre pasó el resto del día apretando los dientes y apoyando su metro noventa y pico de altura en las...
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elperiodicoextremadura.commuy interesante...
La hernia discal se diagnostica con una resonancia