En 1937 el electricista armenio Semion Kirlian observó, mientras reparaba un aparato eléctrico, un destello entre su mano y un electrodo cubierto de cristal. Decidió fotografiarlo y apareció su mano rodeada de una luminosidad casi fantasmagórica. El sistema es simple: una placa metálica, que proporciona una descarga de alto voltaje y muy baja intensidad, protegida por un vidrio sobre el que se coloca un papel fotográfico. Pero ciertos científicos negativistas realizaron lo que nadie había hecho hasta entonces: experimentos controlados.
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