La Tabacalera de Madrid o la Casa Invisible de Málaga, lugares volcados con el entorno ciudadano, proponen un nuevo modelo para sortear la crisis. Se consideran sus hijos porque el modelo de la opulencia se está demostrando inviable. Y, en general, están hermanados con movimientos de arraigo ciudadano como los indignados del 15-M. Son ejemplos de que el final de la cultura de la subvención no tiene por qué paralizar la actividad cultural.
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