La alcaldía con el gusto más hortera y chabacano que ha tenido Granada en muchos años ha pensado que tiene la divina misión de transformar todo el centro de la ciudad (...) convirtieron las calles del centro en una masa uniforme y monótona de color gris, sin personalidad, sin gracia, sin ningún guiño estético. Habrían terminado antes echándole cemento y dejándolo secar (...) que los granadinos hablemos alto y claro, que demostremos que no nos vale todo, que amamos esta ciudad y que nos negamos a que siga siendo “tuneada” por bárbaros ignorantes
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