Los grills no dejan de ser una manera de enjoyar los dientes de quienes creen que el esmalte blanco es demasiado simplón. ¿La atrocidad para solucionarlo? Colocarse unas fundas bañadas con todo el oro y los metales nobles que podríamos encontrar en el palacio de un gran marajá. Un signo de ostentación con el que decirle al mundo: “sí, me sale la pasta hasta por la boca”.
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