Hace 2 años | Por Pilar_F.C. a revistareplicante.com
Publicado hace 2 años por Pilar_F.C. a revistareplicante.com

¿Alguna vez se han preguntado si merecen recibir el calificativo de hijo de puta, sobretodo si la denominada hijoputez pudiera ser parte —no precisamente justificable— de la naturaleza del ser humano? Marcelino Cereijido, un aventurado fisiólogo porteño egresado de la Universidad de su natal Buenos Aires, con un posdoctorado en la Universidad de Harvard, además de ser investigador de la Universidad de Múnich y profesor emérito del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del Politécnico Nacional en México...-

Comentarios

Pilar_F.C.

" Y el término, tan popular, nada tiene que ver con las prostitutas, pero la expresión se utiliza universalmente para distinguir a aquellos que provocan daños a sus semejantes con resultados más rotundos que muchas enfermedades, epidemias, guerras o catástrofes naturales en cualquier zona del planeta. Tal vez viene del Antiguo Egipcio donde los faraones repudiaban a los hijos que tenían con las concubinas. Son los cabrones, los canallas, los malvados, los secuestradores..." https://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/2018/02/05/5a7721c8e2704e76568b464d.html

RoyBatty66

#3 Meneos como este me recuerdan el verdadero motivo por el que entro en este saco, para encontrar joyitas como esta. Me ha gustado tanto que voy a comprar el libro. Muchas gracias por compartir cosas interesantes
De momento guardo estas ideas

En varias pláticas que sostuvo Marcelino con amigos extranjeros acostumbraba a preguntarles cuál es el insulto más neurálgico y denigrante que existe en su idioma; gracias a esas averiguaciones —que acepta como amateurs y sesgadas— pudo afirmar que en casi todas las lenguas o al menos en treinta —donde así lo verificó— existe un equivalente directo al susodicho “hijo de puta”, que además representa el insulto más grave de entre todos las que tienen disponibles en su lengua, vocabulario o argot.

Los que dicen que los africanos andan tan jodidos porque quieren deberian leer esto

Entre las numerosas víctimas de la hijoputez encontramos en estas páginas llenas de investigación perspicaz a África, una víctima por excelencia de esta práctica. El autor incide en lo paradójico e infamante que a través de injusticias, mentiras, incursiones armadas y crueldades inauditas, los africanos han sido convertidos en el otro por excelencia para ser discriminados y despojados de todo, incluidos minerales, animales, vegetales y territorios, además de su dignidad y derechos. Cita ahí el libro de Martin Bernal Black Anthena: The Afrodisiatic Roots of Classical Civilization [Rutgers University Press, 1987], donde sostiene que como parte de esta ratería muchos de los sabios europeos, sobre todo del siglo XIX, ocultaron que varias de las contribuciones originarias del conocimiento humano fueron hechas por africanos para atribuirlas preferiblemente a Egipto, Babilonia y Grecia.

Surge la pregunta: se puede o directamente se es hijo de puta por ignorancia?

Este otro dato es determinante

Como especie, los seres humanos hemos vivido el 90 por ciento de nuestra existencia en la Edad de Piedra, por lo que los retoques finales de nuestra constitución se adaptaron a vivir en ella. Durante esta etapa, los grupos sociales estaban constituidos por entre cuarenta y sesenta personas. Las ocupaciones principales eran recorrer el terreno para conseguir alimentos, criar a los niños y defenderse, por lo que puede deducirse que sus miembros dependían de una estrecha colaboración social

Hace unos diez u once mil años, el ser humano aprendió a cultivar y a domesticar plantas y animales. Ya no era imprescindible desplazarse en busca de alimento pues la comida estaba a pocos pasos; por el contrario, había que quedarse a cultivar lo sembrado. El desarrollo de la cultura agraria consistió en ensayar híbridos con aquellas plantas traídas de diversas regiones, que ofrecían la ventaja de resistir al clima y brindar más nutrientes. Se produjo entonces la revolución agraria. Su rendimiento alimenticio permitió a la sociedad crecer numéricamente, y la situación cambió de forma tan drástica que, en primer lugar, catapultó al hombre de la Edad de Piedra a una forma de vida para la cual no había sido seleccionado y, en segundo, fue tan compleja que aún no hemos tenido tiempo de adaptar nuestro organismo al cambio, por la sencilla razón de que la evolución biológica es muchísimo más lenta que la cultural

Una esperanza basada en lo que hemos perdido mientras se tiene la estúpida ilusión de que podemos domesticar al planeta; un anhelo por esas columnas que faltan para seguir deteniendo el frágil techo que nos resguarda de la maldad, dos soportes tan necesarios y tan ausentes: el amor y la humildad.

mirav

Hay que decirlo más

VotaAotros

#1 Venía a poner esto, veo que ya lo has puesto tú... y me voy.