Mientras en Occidente aguantan el aire debajo de los escombros del mercado financiero, en China esta crisis histórica infla la probeta capitalista que hace 30 años Deng Xiao Ping incrustó en el modelo comunista. Hace apenas horas y con un ojo en el tsunami económico mundial, el régimen aprobó una reforma agraria que no tiene precedentes desde que comenzó este experimento y que permitirá a cientos de millones de campesinos vender o alquilar a empresas y sociedades el derecho a explotar las tierras que trabajan.
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