Hace unas semanas algunos políticos españoles extendieron por los medios la idea de que una organización ciudadana que reclamaba el derecho a la vivienda era E.T.A. o pertenecía a su entorno. El paralelismo es arriesgado pero no era, ni será, la primera vez que dentro de las fronteras del estado español se identifica a tal o cual grupo con la banda comunista; tales han sido los excesos en estas extrapolaciones que hoy parece ser que, excepto los miembros del partido en el gobierno, todos somos de la E.T.A. Pero ¿por qué detenernos ahí?
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