Hace 16 años | Por pablicius a nytimes.com
Publicado hace 16 años por pablicius a nytimes.com

Las grandes esperanzas puestas en los biocombustibles de segunda generación, aquellos que usan como materia prima plantas no comestibles (cañas, hierbas), cultivables en terrenos marginales, y que por tanto no alterarían el mercado de alimentos, se han encontrado con un nuevo inconveniente: la mayor parte son especies altamente invasivas que si se salen de control amenazan al medio ambiente y a los demás cultivos. Artículo del NY Times traducido completo en el comentario 1.

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pablicius

TRADUCCION DEL ARTICULO

LA NUEVA TENDENCIA EN BIOCOMBUSTIBLES PRESENTA NUEVOS RIESGOS

ROMA – Durante el año pasado, mientras el desvío de cosechas de alimentos como el maíz y la palma para producir biocombustibles ayudó a la subida de precios de los alimentos, inversores y políticos empezaron a promover los llamados nuevos biocombustibles de segunda generación como la nueva ola de la energía verde. Estos, fabricados a partir de cultivos no alimenticios como cañas y hierbas salvajes, ofrecerían la posibilidad de tener combustibles sin tener que reducir la oferta de alimentos.

Pero ahora biólogos y botánicos avisan de que también estos podrían tener serios efectos secundarios. Dicen que la mayor parte de los nuevos cultivos son lo que los científicos etiquetan como especies invasivas (malas hierbas) que tienen un potencial extraordinariamente alto para escapar de las plantaciones de biocombustibles, invadir las granjas adyacentes y terrenos naturales, y crear un caos económico y ecológico en el proceso.

En una reunión de las Naciones Unidas en Bonn, Alemania el martes, científicos del Programa Global de Especies Invasivas, Conservación Natural y de la Unión por la Conservación de la Naturaleza, junto con otros grupos, presentaron un documento con una advertencia respecto a las especies invasivas.

“Algunas de las especies más comúnmente recomendadas para la producción de biocombustibles son también especies no autóctonas altamente invasivas”, dice el documento, añadiendo que esos cultivos deberían ser estudiados más detenidamente antes de ser cultivados en nuevas zonas.

El control de la dispersión de dichas plantas podría resultar difícil, dicen los expertos, produciendo “más pérdidas que ganancias económicas”. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza resumió así el mensaje: “No dejen que los cultivos de biocombustibles invasivos ataquen a su país”.

Para llegar a estas conclusiones, los científicos compararon la lista de cultivos para biocombustibles de segunda generación más comunes con la lista de especies invasivas, y encontraron un alarmante grado de coincidencia. Dijeron que se habían hecho muy escasas evaluaciones de riesgo antes de plantar.

“Siempre hay prisa con los biocombustibles”, dijo Geoffrey Howard, un experto en especies invasivas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. “Las plantaciones las hacen inversores, frecuentemente de Estados Unidos o Europa, de modo que están ansiosos por generar biocombustibles en un par de años, y además, como se puede imaginar, no quieren una estimación negativa”.

La industria de los biocombustibles dice que el riesgo de que esos cultivos se conviertan en un problema de malas hierbas está sobreestimado, señalando que los cultivos propuestos, aunque tienen un cierto potencial para comportarse como malas hierbas, no son plantas que inevitablemente se vuelvan invasivas.

“Hay muy pocas plantas que sean ‘malas hierbas’ y punto” dice Willy De Greef, el nuevo secretario general de EuropaBio, un grupo industrial. “Tienes que estudiar la biología de la planta y el entorno en el que la estás introduciendo y preguntar si hay que preocuparse ahí. Dice que es inevitable que los agricultores introduzcan nuevos cultivos con cuidado porque no quieren un crecimiento que no puedan controlar.

Tanto la Unión Europea como Estados Unidos han establecido objetivos para los biocombustibles como método para reducir las emisiones de CO2. El objetivo europeo de un 10% de biocombustible en el transporte en el 2020 es vinculante. Como tal, los políticos esperan ansiosamente el perfeccionamiento comercial de la segunda generación de biocombustibles.

La Unión Europea está financiando un proyecto para introducir en la agricultura europea “la caña gigante”, una planta no alimenticia de alto rendimiento. La caña es medioambientalmente amigable y un cultivo con un buen coste-beneficio, por lo que se presenta como “el campeón de los cultivos de biomasa”, según la propuesta.

Una plantación y fábrica propuesta en Florida también que también usan la caña gigante han sido saludadas con gran entusiasmo por los inversores, quienes ya están vendiendo el combustible antes de construir la fábrica.

Pero el proyecto se ha encontrado con al oposición de la Sociedad de Plantas Nativas de Florida y de un cierto número de científicos por su proximidad a los Everglades (pantanos de Florida), donde una superpoblación de cañas gigantes podría resultar peligrosa. La caña gigante, anteriormente utilizada en decoración y en la fabricación de instrumentos musicales, es una especie sedienta y de crecimiento rápido, que ha secado zonas húmedas y atascado sistemas de drenaje en los lugares donde ha sido plantada. Es también altamente inflamable y aumenta el riesgo de incendios.

Desde un punto de vista económico, lo bueno de los cultivos de biocombustibles de segunda generación es que son fáciles de cultivar y requieren poca atención. Pero por eso precisamente es por lo que tienen potencial invasor.

“Son supervivientes tenaces, lo que significa que son buenos productores de biocombustibles porque crecen bien en terrenos marginales que no se usarían para cultivar alimentos”, dice el doctor Howard. “Pero tenemos una experiencia de 100 años que muestra que la introducción de estos cultivos ha sido desastrosa para el medio ambiente, la gente, y la salud”.

Stas Burgiel, un científico de Conservación de la Naturaleza, dijo que el coste de controlar especies invasivas es inmenso, y generalmente no es soportado por aquellos que crearon el problema.

Pero él y otros expertos resaltaron que algunos de estos cultivos de segunda generación podrían ser seguros de todas formas, siempre que se introduzcan en determinados sitios, bajo determinadas condiciones.

“Con los biocombustibles necesitamos hacer los estudios adecuados y tomar las medidas adecuadas para que no se salgan del corral, por decirlo así”. Esos estudios, añadió, deben de incluir una amplia perspectiva geográfica ya que las especies invasivas no respetan fronteras.

El Programa Global de Especies Invasivas estima que el daño de las especies invasivas supone en el mundo un coste de 1.4 billones de dólares, un 5% del PIB mundial.

La jatropha, la estrella de los combustibles de segunda generación, está siendo ampliamente cultivada en Africa oriental en plantaciones de biocombustible de nueva creación. Pero la jatropha ha sido recientemente prohibida en dos estados australianos como especie invasiva. Si la jatropha, que es venenosa, crece fuera de sus propias plantaciones, podría resultar desastrosa para el suministro de alimentos africano, dicen los expertos.

Pero el señor De Greef dice que la jatropha tiene poco potencial como mala hierba en la mayor parte de las zonas, añadiendo que “solo porque una especie haya causado un problema en un sitio no significa que vaya a ser una mala hierba en todas partes”.

UtahNutria

Gran noticia, muy buena traducción. Por mí los inversores se pueden meter la caña gigante por donde les quepa.

pablicius

#2 Muchas gracias por lo de la traducción.

kolunga

yerba mala nunca muere