Ser optimista, creer que la tecnología todo lo resolverá, es una manera socialmente aceptable de ser un suicida. Yo, si me lo permiten, escojo la vida. Yo soy científico, pero no soy idiota, y no quiero creer en las bondades de la tecnología como si fuera un acto de fe; porque soy científico sé que hay límites en la naturaleza (las leyes de la termodinámica, por ejemplo) y que no podemos hacer milagros, aunque podemos y debemos mejorar las condiciones de vida de los hombres. Pero seamos racionales.
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