A Rajoy no se le ha reconocido todavía la capacidad para perder unas elecciones generales por sí mismo. Al atribuir la derrota de las últimas a Aznar, él se quedó flotando en una especie de limbo. (...) Quizá le ayudaría que todos los españoles le gritáramos al unísono que fue él, en efecto, el derrotado, pues sólo desde esa certidumbre abandonará su empeño en volverlas a perder para demostrarse que no necesita a la FAES (y de las JONS), ni a José María Aznar, ni a Eduardo Zaplana, ni a Ángel Acebes...
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