En ocasiones ocurre que el ingenio humano nos lleva por caminos absurdos, pero extrañamente disfrutables. Ahora que se acerca carnaval, empiezan a aparecer curiosas propuestas de disfraces. Una de ellas podría ser, por ejemplo, disfrazarse de pollo. Y no nos referimos a recortar dos largas láminas de papel de periódico y espolvorearse con un saco de harina por encima, sino de pollo de verdad, del ave de corral. Y quien dice pollo, también dice pavo, que la fisonomía es la misma cuando el animal está desplumado, horneado y listo para servir...
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