Las cámaras habían sido instaladas con el conocimiento de los empleados. El "currante" en cuestión, había pasado 22.5 horas de 120 laborables jugando con el ordenador y viendo fotos de mujeres desnudas. Tras demandar a la compañía por vulneración de los derechos al secreto de las comunicaciones y a la intimidad, el juez le dió la razón a la empresa.
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