Les pongo en situación. Diez de la noche, llegamos al recinto ferial. Un griterío nos saca de nuestro sonambulismo etílico para embaucarnos, sin remedio, en una batalla campal entre un ejército de Yolis, Yonis, Chonis, Joshuas, Jeremys, Chrístians y Federicos -que digo que alguno se llamará Federico-. Ríete de Mordor, tú. Como ustedes comprenderán, el origen de la pelea se sale de mi entendimiento. Creo que fue un tema de celos y amoríos prohibidos, a juzgar por el empecinamiento hormonal que se respiraba en el ambiente...
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