El consumo de khat a aumentado a lo largo de las últimas décadas en África del Este hasta convertirse en un fenómenos global, extendiéndose así, una tradición culturalmente arraidaga a países como los Países Bajos, Reino Unido o EE.UU. Esta planta contiene un alcaloide muy similar a la anfetamina. Investigadores de la Universidad de Granada y Leiden (Países bajos) han descubierto cómo afecta el consumo crónico a procesos de memoria y flexibilidad mental.
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