¿Qué hace que un ser humano pueda sentir placer viendo cómo un ciervo, por poner un ejemplo, se desgarra y se desangra mientras hordas de hombres afinan su puntería y le disparan, y perros amaestrados para ello le persiguen hasta hincar el diente a la presa? No confío en que alguien que no muestra misericordia hacia los animales pueda tener la templanza necesaria para pesar en la balanza las debilidades de los humanos. (¡Vaya! Justo ahora me viene a la mente otro mítico título berlanguiano: 'El verdugo').
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